De Lantelme a Cary Grant (I): Ginette

Foto Reutlinger

La dama del espectacular sombrero es la actriz francesa Genevieve “Ginette” Lantelme, de verdadero nombre Mathilde Fossey; corresponde al papel de Fedra en “Le Circuit”, de Georges Feydeau y F. de Croisset, en el teatro Variétés (una crítica señala: “La señorita Lantelme es la seducción misma, infernal y agitado: es Fedra, Venus totalmente apegada a su presaDes soirs, des gens, des choses, de Ernest Le Jaunesse)

Con el mismo vestuario, aparece en la portada del Blanco y Negro del 22-6-1910



Antes de ver la foto (que me llamó la atención sobre todo por el sombrero) jamás había oído hablar de ella; curioseando supe de su trágica y prematura muerte, ahogada en un río, y de variadas e interesantes circunstancias y relaciones directas e indirectas.

Como esto de las relaciones es empezar y no acabar, hay que escoger por dónde se ahonda, y al fin, el algún punto, hay que decidir terminar. En este caso, he acabado estupendamente, porque lo he hecho en uno de mis amores cinematográficos, el incomparable Cary Grant, al que llego contando siete relaciones desde la desafortunada Ginette.

En el “árbol” me dejo fuera bastantes personas (quiero decir que, por ejemplo, faltan otros cónyuges de las personas representadas) y también omito otras relaciones entre las personas que en él figuran (por ejemplo, Misia también fue modelo de August Renoir, y amiga de muchos personajes notables de la época). La estrella roja indica muerte violenta o accidental.

Las relaciones de Ginette, elaboración propia; VER EN GRANDE


Según la breve y poco amistosa entrada de la wikipedia, Ginette era, a los catorce años, la estrella del burdel de su madre, y luego se convirtió en actriz, “socialite” y “courtesan”, aunque fue más conocida como la amante de Alfred Edwards (no lo dice la wikipedia, pero Ginette se casó con Alfred Edwards, el propietario del periódico Le Matin). Otras versiones dicen que era costurera. Del padre no se sabe nada.

Varios estudiosos de Proust indican que Ginette fue uno de las personas en que se inspiró el autor para el personaje de Raquel en su obra cumbre “En busca del tiempo perdido”, lo que apoyaría la versión de que en su primera juventud ejerció la prostitución, ya que este había sido el oficio de Raquel:

“De repente apareció Saint-Loup, acompañado de su querida y entonces, en aquella mujer que era para él todo el amor, todas las dulzuras posibles de la vida, cuya personalidad, misteriosamente encerrada como en un Tabernáculo, era el objeto sobre que laboraba incesantemente la imaginación de mi amigo, que sentía que no  conocería nunca, y ante el cual se preguntaba perpetuamente lo que era ella en sí misma, tras el velo de las miradas y de la carne, reconocí al instante en aquella mujer a Rachel quand du Seigneur, la misma que hacía unos años —¡las mujeres cambian tan aprisa de situación en este mundo, cuando cambian! —decía a la alcahueta: —Entonces, mañana por la tarde, si necesita de mí para alguno, me manda usted buscar.” (El mundo de Guermantes, Marcel Proust)

Ginette nació en París el año 1882 (o 1883). Ya en marzo de 1900 aparece reseñada en los diarios franceses interpretando un papel en el Teatro Royal, en la obra “Trait d’union” (Gil Blas, 28-3-1900); en 4-12-1901 Le Matin habla del “encanto natural” de Lantelme, que interpreta “a la perfección” su papel; en 15-1-1903 Le Figaro la califica de “excelente” por su actuación en “La Châteleine”. La joven actriz se preocupa de su formación artística: en 24-10-1903 Le Figaro informa de su admisión a las clases de comedia y tragedia en el Conservatorio, aparte de reseñar sus éxitos en el Teatro Gymnase. Ginette alcanza en 1905 su primer “gran” éxito en papel protagonista con “La edad de amar”, de Pierre Wolf. En 21-3-1906 Le Figaro le dedica una entrada plagada de elogios “un rostro delicioso de una limpieza excepcional … unos ojos profundos y melancólicos … ha desempeñado su cuarto papel que es su cuarto gran éxito … Lantelme es ridículamente joven …; tiene la ciencia complicada de la intencion, el divino arte de la sonrisa, el instinto y también la fantasía, un talento sutil, acariciador, vivaz, sobre todo vivaz. Tiene de todo lo que es encanto”; en Gil Blas, por las mismas fechas, leemos “ingeniosa e ingenua, su éxito fue muy grande y muy merecido” (Gil Blas, 22-3-1906).

Les Modes, mayo 1902
Su bello rostro y menuda figura se irán haciendo más y más populares, apareciendo en las revistas de teatro, y sobre todo, en las revistas “femeninas” de moda y sociedad. La foto que incluimos es el primer “posado” que hemos localizado de Ginette (Les Modes, mayo 1902, foto Reutlinger, vestuario Paquin; hay “posados” anteriores en la misma revista, al menos en 1901, pero no están digitalizados). Seguirán muchos, muchísimos más..., porque Ginette acabará convirtiéndose en un auténtico expositor de la moda de París.
Como se cuenta en Misia, the life of Misia Sert, Alfred Edwards, el periodista y financiero dueño de Le Matin, del Casino de París, del Teatro de París (luego Teatro Réjane)… y de otras muchas cosas, quedó impresionado con Ginette al verla en “La edad de amar”, y le envió un magnífico ramo de rosas. Pero es al año siguiente, en diciembre de 1906, en el Teatro Réjane, cuando Edwards queda realmente seducido: Ginette tiene un papel en la comedia “La Savelli”, con la que Gabrielle Réjane, amiga de Edwards,  inaugura el Teatro. En esta ocasion el ramo de rosas que le envía va acompañado de un brazalete de oro.  A partir de entonces, Ginette recibirá flores y joyas de continuo, pero al principio se muestra indiferente, lo que excitará el empeño seductor de Edwards. Ginette, de veinticuatro años, supuestamente bisexual, parece que mantenía una relación sentimental con el actor Paul Ardot (será, fallecida Ginette, una de las pocas personas autorizadas a asistir a su funeral y entierro). Edwards tiene cincuenta años y está casado con Misia Godebska (la que luego será más conocida como Misia Sert, por su posterior matrimonio con el pintor español).

Ginette en "La edad de amar". Fuente: Verbinina
El medio que utilizó Edwards para romper la resistencia de Ginette fue (aparte de seguir regalándole joyas) fue escribir una pequeña pieza teatral para ella, “Par Ricochet”, basada en las relaciones de Misia con su anterior marido, el editor Tadeo Natanson (por resumir: Edwards pagó las deudas de Natanson a cambio de los favores de Misia, y terminó casándose con ella); la obrita se representará, claro, en el Teatro Réjane.

Al poco tiempo, Edwards y Ginette comienzan una relación sentimental que nada tiene de secreta: Edwards instala a la actriz en una suntuosa casa de la Rue Fortuny, vecina a la mansión de La Bella Otero. Misia, por su parte, aunque no se casó locamente enamorada de su marido, se ha acostumbrado a él y a sus lujos e intenta por todos los medios que la relación con Ginette termine. Como cuenta en sus memorias:

Me procuré una fotografía de Lantelme,  la cual presidía mi mesita de tocador, e hice esfuerzos desesperados con el fin de poder llegar a parecerme a ella, imitar su peinado, el modo de arreglarse, ¡qué sé yo! Tenía la impresión de que ella era el summum de todo lo bello, puesto que los hombres caían rendidos a sus pies

Proust retoma este episodio en “El tiempo recobrado” (Gilberta es Misia, y Rachel es Lantelme):

(Roberto Saint-Loup) Me pidió que intentara convencerla (a Gilberta, la esposa de Saint-Loup) de que él la quería, diciéndome que a la mujer a la que también amaba la amaba menos que a ella y que rompería pronto aquellas relaciones «... era como para echarlo todo a rodar si no fuera porque me resulta intolerable ver llorar a esa pobre Gilberta. ¿No te parece que tiene algo de Raquel?», me decía. Y, en efecto, me había llamado la atención cierto vago parecido que, en rigor, se les podía encontrar ahora ... se explicaba porque Gilberta, que había encontrado fotografías de Raquel, de la que ignoraba hasta el nombre, para gustar a Roberto se pusiera a imitar ciertos hábitos de la actriz, como el de llevar siempre lazos rojos en el pelo, una cinta de terciopelo negro en el brazo, y el de teñirse el pelo para parecer morena"

En los primeros tiempos de la relación, Edwards le da a Misia argumentos de esperanza sobre la supervivencia de su relación matrimonial; así lo cuenta en sus memorías:

Cada día Edwards, al volver para comer, se tiraba en un asiento, agarraba su cabeza entre sus manos, y gritaba “¡En el nombre de Dios, qué es lo que me pasa! ¡Ella no es nada! ¡Es fea … vale menos que tu dedo meñique … si pudieras verla sin maquillaje … es horrible.. ¿me oyes? … ¡es horrible!”

Edwards está completamente obsesionado con Ginette, y llega a pedirle a Misia que vaya a verla:

Se paciente” -me suplicaba- “Sé que esto terminará pronto. No puedo soportar más tiempo a esa puta. Quizá deberías ir a verla. Habla con ella, convéncela de que me deje tranquilo, y nosotros dos nos iremos juntos

Dicho y hecho. Misia se presenta en casa de Ginette. Cuenta Misia que Ginette estaba muy tranquila y segura en la conversación, llenándola de elogios; enseguida se dió cuenta de que Edwards le importaba muy poco:

me devolvía, encantada, a Edwards, pero exigía tres condiciones: el collar de perlas que llevaba puesto, un millón de francos y … yo. Exceptuando el tercer requisito, que me negué a tomármelo en serio, estaba dispuesta a pagar el precio".

Pero la pasión de Edwards no tiene freno, y el matrimonio se separa en 1907. Desde entonces, y hasta el divorcio (24 febrero 1909) y la boda de Lantelme con Edwards (julio de 1909), la sociedad francesa disfruta con las vidas entrecruzadas de estos personajes, que producen escenas dignas de la mejor comedia de enredo. El propio Marcel Proust es testigo de una de ellas en el Gran Hotel Cabourg, que relata jocosamente en una de sus cartas a Reynaldo Hahn (segunda quincena de agosto de 1907); aquel día también estaba en el hotel el Dr.Charcot, otro de los personajes del “árbol” de relaciones de Lantelme:

"El hotel parece un decorado … y aparecen juntos en el tercer acto:
Edwards
Su amante Lantelme
La Sra. Edwards (Natanson) su última esposa, separada de él
Natanson, el primer marido de la Sra.Edwards
El Dr.Charcot, primer marido de la penultima Sra.Edwards (cuarta esposa para él, porque ya se había casado antes con dos americanas, una francesa y una griega).
Ayer por la noche corría el rumor de que la Sra.Edwards (Natanson) había matado a Edwards (el inglés, que es también de Turquía), pero no era nada, no había nada en absoluto."


Foto Reutlinger Comedias y Comediantes, 1-6-1911
A partir de su relación con Edwards, Ginette alcanza mayor notoriedad. Su posición como actriz se robustece, y también, como buena “famosa” de las revistas del corazón, proporciona a la prensa otros argumentos, entre los que se incluyen algunos pleitos resonantes (de los que no se libra su antigua amiga y empresaria Gabrielle Réjane: Ginette alega que no le proporciona buenos papeles).

Uno de estos litigios podemos encontrarlo, aparte de en los diarios,  en los Anales de la Propiedad Industrial, Artística y Literaria, doctrina y jurisprudencia: Lantelme se niega a pagar un busto que ha encargado al escultor Jacques Boero, alegando que no tiene el suficiente parecido con ella. La Sentencia de 20-3-1909 le da la razón a Ginette, habiéndose probado con la ayuda de los peritos que en el busto en cuestión, el escultor había “aumentado la nariz, reducido la boca, y agrandado el cuello, los hombros y el pecho” de Lantelme. Sin duda, el escultor no debía encontrarla tan bella...

En otra controversia judicial, el resultado fue adverso a Lantelme, que rompiendo un contrato se negó a representar unas escenas de Manon Lescaut porque eran demasiado “realistas”; como resumía Ginette en una carta abierta enviada a Le Matin (el periódico de Edwards) y reproducida por Le Temps en 7-6-1910, “se trata de saber si una artista puede ser obligada a interpretar una pieza licenciosa” . Ginette (que había representado sin problemas obras más “realistas” que Manon) fue condenada a indemnizar con 10.000 francos a Deval, director del teatro Athenée. En el  ABC de 16-6-1910 la sección “Mundanalidades” refiere la negativa de Lantelme:

La bella actriz francesa Mlle.Lantelme se ha negado, como es sabido, a representar Manon, un nuevo arreglo que ha hecho Bataille de la novela del abate Prevost. La razón que alega no deja de ser curiosa:
- La Manon que todos conocemos -ha dicho- es una loquilla enamorada, sí, pero simpática, agradable, espiritual, virtuosa...
Y, naturalmente, todos los que conocen la Manon Lescaut empiezan a dudar que la conozca la popular actriz, cuya característica, además de su belleza, es la de ser pequeñita y llevar los sombreros y los lazos (hasta en los zapatos) más grandes del mundo.”

En el ABC del día 2-7-1910, José Juan Cadenas (corresponsal de ABC en París y “Pygmalion” de La Fornarina), comentando el resultado del juicio, ironiza sobre las preocupaciones morales de Ginette


“... la señorita Lantelme … se negó a representar la obra porque su papel era licencioso e inmoral … Si la moral huyo de Grecia y no sabíamos dónde se había refugiado, hoy, por fin, hemos salido de dudas gracias a la señorita Lantelme. La moral está en Paris,  y de su custodia ha sido encargada esta muchachita de mirar atrevido …Figurense ustedes que en uno de los actos ella, Manon, debe estar en la cama, y el autor manda en la acotacion que se coma, delante del público, una fruta que Des Grieux, su amante, la ofrece con los labios. ¿Eh? ¿Qué les ha parecido la acotacioncita? La señorita Lantelme, en cuanto se enteró de lo de la fruta, abandonó el papel. Ella, después de haber hecho Le Roi, no podía hacer Manon. Y se fue al Vaudeville a interpretar un papel de cocotte en la comedia de Tristán Bernard Le Costand des Epivettes, donde el autor no la obliga a comerse ninguna fruta, sino a que se desnude y se acueste delante de los espectadores... ¡Oh! ¡Si les digo a ustedes que es una cándida paloma la señorita Lantelme!”

Fuente: Verbinina
En cualquier caso, está claro que Ginette, aparte de interesarse por los vestidos, las joyas y los sombreros, también estaba interesada en su profesión, como lo demuestra el hecho de que pusiera como condición a su boda con Edwards la continuidad en su trabajo de actriz, y su deseo -no cumplido- de comprar un teatro que llevara su nombre (“la Lantelme … quiere que nos enteremos de que su multimillonario no la niega ningún capricho … en la actualidad se propone comprar un teatro para bautizarlo con su nombre”, ABC 15-1-1910).

En The theatre magazine, 1911 se dice que Lantelme es el capricho de París, en primer lugar por su talento, y a continuación por su belleza, y que es “universalmente reconocida como una gran actriz por su creación del papel de Ginette Dubreuilh en “Marchand de Bonheur” (p.66); también se relata que está estudiando inglés porque el año siguiente planea representar en ese idioma, y en los Estados Unidos, la obra “Gamine” (p.370).

No es tan favorable la opinión del New York Times, que se refiere a ella como una actriz “cuya reputación por su belleza excede notablemente a la de su talento” (NYT 19-6-1910)

El columnista “Fabricio” (Fabriciano González García), en su crítica a “La Gamine” del Teatro Boulevard, la defiende a cada y espada contra sus detractores (La Correspondencia de España  29-3-1911)

La bella Lantelme ha subido en pocos años de modesta artista de music-hall a ser una de las primeras actrices de París. Lantelme es una belleza y se viste con gran elegancia y, como es natural, tiene detractores y, sobre todo, detractoras, que achacan sus triunfos á la protección de Edwards, el antiguo director de Le Matin. Comprendo que Edwards pudiera haber influido para que la contrataran; pero hacer en un invierno en París cuatro creaciones en teatros de primer orden, tener en los cuatro gran éxito y que la aplauda con entusiasmo el público, es cosa que no podría lograr durante tantas noches ni Edwards, ni la Casa Rostchild si, por una demencia, quisiera destinar el capital social á la protección de una actriz

Ginette en el salón de su casa (Foto Manuel). "Mme Lantelme, por D.F.Beschtedt", Mundial Magazine, junio 1911


Ginette llega a la cumbre de su fama (ver, como muestra, el extenso reportaje "Mme.Lantelme, por D.F.Beschtedt", en Mundial Magazine, junio de 1911, "Pues con todas estas cosas buenas y malas, la Lantelme ha sabido ser bella y hasta tener talento, un gran talento (novena ó decima cualidad de la mujer, según el reciente concurso de Excelsior)...; El ser llamada la-jolie X... por París, es el más alto título de gloria mundana á que una mujer puede aspirar, y á este punto ha llegado ¡la jolie Lantelme!").

Varias imágenes de Ginette (obtenidas de Verbinina)


Panel de "Sem" donde caricaturiza a los miembros del Jockey Club de Paris. Ginette es la del sombrero grande
Fuente: http://rectoversoblog.com/2011/06/07/sem_update/




Pero su belleza y su talento tienen un abrupto y prematuro final: en la noche del 24 al 25 de julio de 1911, durante un crucero por el Rhin a bordo del yate “L’Aimée” (“La Amada”), en las cercanías de Emmerich, Geneviene Lantelme muere ahogada (el barco lo había comprado Edwards para su anterior esposa Misia, siendo el nombre la traslacion fonética de las iniciales E.M. Edwards Misia). Con Ginette viajaban su marido y otros invitados. A día de hoy, aun existen dudas sobres las circunstancias de la muerte: ¿se suicidó? ¿cayó accidentalmente? ¿fue arrojada al río?.
Caricatura del Sr. y la Sra.Edwards en L'Aimée
El primero en París en conocer la noticia fue el Doctor Dauriac, amigo íntimo de Edwards, que recibió un telegrama remitido por el compositor Charles Cuvillier (uno de los pasajeros) que decía:

"Ginette muerta ahogada. Edwards muy grave. Venga de inmediato a Emmerich".

El suceso es portada de los diarios parisinos (Le Matin, Le Figaro, Le Petite Journal, Le Petite Parisien, La Presse,  Le Gaulois…) y se recoge en la prensa de medio mundo, también en los periódicos españoles (foto a toda página de Ginette en el Blanco y Negro de 6-8-1911).

Paris 26, 7 mañana. Un despacho de Emmerich, dirigido al médico de la familia Edwards, anuncia que la señora Lantelme y su esposo … han sido víctimas de un terrible accidente, del cual se ignoran todavía detalles. La señora Lantelme ha perecido ahogada, y Mr. Edwards ha sobrevivido, pero está muy grave” (ABC 27-7-1911)

Parece que la desgraciada muerte de la señora Lantelme no se debió al naufragio del yate, según al principio se dijo que había zozobrado en las aguas del Rhin, sino que la infeliz se cayó desde la cubierta del buque al río, habiendo sido imposible hallar su cadáver... Edwards está inconsolable y no quiere volver a París sin haber hallado el cuerpo de la infeliz mujer” (La Vanguardia, 27-7-1911)


La revista Fémina del 15-8-1911 publica un “oportunísimo” reportaje de Ginette en L’Aimee, que se dice realizado justo antes de iniciar el crucero por el Rhin, acompañado de fotos de la actriz a bordo. En sus declaraciones, aparte de hablar de sus proyectos de teatro, Lantelme señala su preferencia por navegar en ríos frente al peligro y las emociones del mar, cuenta  que es la tercera vez que va con su marido por el Rhin en L’Aimée, que es un barco especialmente diseñado para viajar por ríos; que busca la calma y la vida vegetativa, que la vida a bordo es muy sencilla, que se levantan pronto y se acuestan con las gallinas, que se sientan en la cubierta admirando cómo cambia el paisaje …



El día 30 de julio, el cadáver de Ginette llega a París. Su marido se aloja en casa del doctor Dauriac, y allí, como relata Le Petit Parisien, se entrevista con un redactor de Le Temps: Edwards llora y solloza violentamente, manifiesta que no está herido, que no tiene rastro de golpes, que “aunque quiero morir todavía estoy vivo”; que no recibió a dos periodistas que se desplazaron a Emmerich porque se encontraba demasiado afectado, se lamenta de que no hayan tenido una “elemental discreción, y un elemental sentimiento de humanidad para dejarnos a solas con nuestro sufrimiento”; se queja amargamente de las insinuaciones sobre un posible suicidio (“mi pobre Ginette jamás había estado tan feliz como aquélla noche”), dice que el traje que lleva lo cosió Ginette con sus propias manos; que es una cruel ironía que sea él quien haya promovido las grandes informaciones de prensa, y que ahora las armas que él forjó, aunque para otras tareas, se vuelven contra él, aunque a pesar de todo ama la prensa y dice que el periodismo es una noble carrera...

“Mr.Edwards llora de nuevo:
- ¡Ella esta muerta y yo estoy aquí! ¡Ella era muy joven y yo tengo cincuenta y seis años! ¡Por qué no fui yo, por qué no fui yo!”

Ciertamente, los periódicos reflejan la confusión del caso, la falta de noticias, o las noticias contradictorias. La versión oficial, la que finalmente aceptaron las autoridades alemanas para permitir la repatriación del cadáver, es que se trató de un accidente, que Ginette cayó por una ventana de un camarote. Quienes apuntaban al suicidio indicaban que la actriz estaba deprimida, que estaba enamorada de un actor (André Brulé), que tomaba pastillas...; otros empiezan a apuntar algo mucho más grave: que Edwards fuera el asesino de su esposa.

En cualquier caso, tan terrible final suaviza las críticas de otros tiempos: Ginette alcanza en las necrológicas un mayor reconocimiento a su mérito artístico, y sobre todo, pasa sin transición de ser la escandalosa e interesada Ginette, a ser, más bien, la pobre Ginette.

“Mad. Lantelme fué alumna del Conservatorio. Debutó en el Gymnase, desempeñando un papel en la comedia La edad de amar. Trabajó luego en el teatro Réjane, en el Vaudeville, otra vez en el Gymnase y, por último, en Varietés. En la famosa obra Le Vieil homme obtuvo un gran triunfo, creando el personaje de madame Alain. En el Odeón desempeñó muy á gusto de la crítica y del público el papel de Roxane, de Les trois sultanes. También fué muy aplaudida en la Renaissance y últimamente en uno de los papeles de V'la la revue, obra de M. Rip.
Mad.Lantelme era muy querida en los círculos teatrales por su ingenio y conversación espiritual y graciosa” (La Correspondencia de España 28-7-1911)

José Juan Cadenas, de ABC, que había ironizado sobre la moral de Lantelme, ahora, aunque continúe crítico, se muestra algo compasivo en su artículo a página completa  (ABC, 1-8-1911):

“A Ginette, que tenía todo, faltábala eso: un poquito de amor. Con el dinero se compran muchas cosas..., con el dinero se llega a adquirir algo así como la falsificación de la felicidad …() Ginette … compró joyas y pieles, compró palacios ¡hasta se compró un talento que no poseía! …
La Lantelme tropezó enseguida con el amante rico, un hombre gordo; ingresó en el Conservatorio, tomó lección seis meses, compró un teatro y se hizo primerísima actriz …() Si algún crítico se desmandaba, el hombre gordo acudía con su cartera a la administración del periódico …
Y cuando la Lantelme se vió rica, festejada y aplaudida, cuando consiguió la celebridad y el hombre gordo se casó con ella …, la pobre muchacha, al sentirse feliz, comenzó a aburrirse …
Hoy nos comunica la Prensa la muerte trágica de Ginette Lantelme. Víctima de un acidente, se ha ahogado en las misteriosas y poéticas ondas del Rhin. Pero nadie lo ha creído, porque se sabe que desde hace un año la Lantelme tenía ideas negras, ataques de neurastenia, según los médicos, y por dos veces intentó ya poner fin a sus días.”


En esta línea de crónica poética de la muerte de Ginette, encontramos nombres ilustres, como los de Rubén Darío y Jacinto Benavente.

Escribe el nicaragüense:

Edwards, por Sem
“En todos los magacines, ilustraciones, periódicos de moda, se veía el retrato de esa bella muchacha, con toda suerte de trajes y sombreros … ; Casada, siguió en el teatro y fuera del teatro, siempre en vedette, señalada, envidiada, criticada, por sus joyas, por sus vestidos, por sus pieles, por su desenfado, y por cierto talento que le descubrieron. Todo es posible. Su marido, un mundano, es decir, un rico, es un señor gordo a quien Sem lo ha caricaturizado en forma de elefante. Dicen que como todo hombre gordo, es hombre bueno. Ha sido, en las “revues”, un personaje siempre cómico. ¿Aparecerá en la vida, cuando las cosas se aclaren, con algún papel dramático? Digo cuando las cosas se aclaren, pues hasta hoy, jueves 27 de julio, a las doce del día, todos los telegramas que han llegado y todas las informaciones presentan un aspecto muy turbio.

Lantelme, por Sem
¿Suicidio? No puede ser, dicen algunos...()  ¿Accidente? Posible....() ¿Crimen? . . . Después de todo ¿por qué no? ¿Por qué sería de la pure folie pensar en la hipótesis de un crimen, según dice un periodista? …()

Ginette es desgraciada . . . Ha tomado el gran camino que bordan las flores demasiado cargadas de perfume, las flores que queman los ojos por su esplendor brutal, el camino demasiado ancho en que el sol hiere dolorosamente la nuca, en lugar del pequeño sendero en donde las espinas  hieren algunas veces los claros silenciosos y dulces de la vieja edad. . ." Y por esas razones, que en tan literarios términos están dichas, Ginette se ha suicidado poéticamente en el río heineano y víctorhuguesco.

Lantelme, por Sem
Ya veremos con todos sus detalles, lo que verdaderamente haya acontecido. La juventud desbocada, el dinero sin juicio, el placer sin medida, el bovarismo, la lujuria, y sus consecuencias, el alcohol, los surmenages,  ciertos peligrosos estados de los nervios ... En fin ¡pobre hermosa mujerl

Lo que inquieta, lo que me deja algo estupefacto es la cantidad que el riquísimo enamorado, el desesperado israelita: ofreció dar a quien encontrase el cuerpo de su mujer: 1.500 francos. No mil, ni diez mil: mil quinientos justos.” (Escritos dispersos de Rubén Darío, recogidos de periódicos de Buenos Aires)

El cuerpo de Ginette lo encontraron unos pescadores cinco horas después del accidente, a cuatro kilómetros del lugar donde ancló L’Aimée.

Retrato al carbón de Lantelme (Boldini)
Jacinto Benavente escribe su artículo comparando a Ginette con una mariposa. Años más tarde, la tragedia de Ginette se convertirá en el argumento de su obra “La mariposa que voló sobre el mar” (¿Accidente o suicidio? La muerte de Mme.Edwards inspiró “La Mariposa que voló sobre el mar”, artículo ABC 12-8-1966)

“La muerte de Mad. Lantelme, lindo artículo de París—ciudad única en la fabricación de esas muñecas vivientes, imitación perfecta de todo, de la hermosura, de la elegancia, hasta del talento- nos defraudaría como espectadores si, en efecto, hubiera sido causada por un accidente de los que llamamos casuales... ¿Un suicidio? Según eso, las mariposas efímeras también se suicidan cuando se queman a la luz. No; cumplen su destino: vuelan hacia la luz y se abrasan. Igual, ese bonito juguete, mariposa-mujer de alas de encaje y colores de pedrería, volaba en torno de esas luces deslumbradoras que son el amor, la riqueza, el arte, la gloria ... y se abrasó en cualquiera de ellas, tal vez en la que menos calor daba”. (El Imparcial, 7-8-1911)

Volviendo al relato del ahogamiento de Lantelme, quizá uno de los motivos que complicaron el asunto fue el hecho de haberse producido la muerte en territorio alemán. Hay detalles que llaman la atención, como el que destaca el New York Times de 7-3-1912: una vez encontrado el cadáver, se mantuvo dentro del agua día y medio:

“El. Dr. Dauriac … dijo ante el Tribunal que el cuerpo todavía estaba en el agua cuando él llegó. Colgaba de una cuerda atada a la popa del yate. Pidió permiso a las autoridades germanas para trasladar el cuerpo al tanatorio, pero el alcalde se opuso por los rumores que le habían llegado desde Paris, permitiendo que el cuerpo permaneciera en el agua, atado a la cuerda, toda la noche; no se sacó de allí hasta la tarde siguiente, veinticuatro horas después de la llegada de Dauriac”

Retrato de Lantelme (Boldini 1907)
Intentando frenar las habladurías, y con el argumento de su autoridad como respetado cirujano del hospital Lariboisere, el doctor Dauriac emite un comunicado sobre las circunstancias del accidente, que publica Le Figaro el día 29-7-1911

“El lunes, 24 de junio, hizo en el Rhin un calor tórrido … Sobre las siete y media, la Sra.Edwards, que había sufrido mucho por el calor, comenzó a poder respirar, lo mismo que sus huéspedes. Pronto encontraron, pasado Rees, un lugar agradable, y echaron el ancla en plena corriente, en el centro del Rhin. Una flotilla de barcazas, siguiendo el ejemplo de la embarcación, rodearon el yate.

Los huéspedes de la Sra.Edwards, instalados en la cubierta, decidieron no bajar a cenar, y el resto de la velada la pasaron al aire libre, incluso hablaban de subir unos colchones para dormir allí.

De pronto la noche se hizo muy oscura y hacia mediaoche estalló una gran tormenta, de esas propias de los días caniculares. Muy a disgusto, los pasajeron tuvieron que volver a los camarotes, pero antes, estuvieron un rato en el salón escuchando música. Los pasajeros y tripulantes comentaron que, desde la salida, la “dueña” no había estado con mejor ánimo.

Sobre la una de la madrugada, tenían sueño y volvieron a sus camarotes.

La Sra.Edwards pasó a su cuarto de aseo, una pequeña estancia independiente cercana a su camarote, y echó el cerrojo, para proceder a su toilette nocturna, que todos los días se prolongaba mucho tiempo.

Fuera, la lluvia caía en aguacero. De repente, los huéspedes de los camarotes oyeron una especie de grito muy atenuado, débilmente percibido por todos ellos a través de las paredes de madera, en medio del fragor del Rhin y de las olas. Todo el mundo salió de sus camarotes, sin saber qué pasaba. Entraron a preguntar al Sr.Edwards, que leía en su cama, y se levantó para llamar a la puerta de su mujer. Al no obtener respuesta, forzó la puerta violentamente. El resto no necesita ser contado.

Al día siguiente, yo llegaba a Emmerich. Durante las largas horas de espera que precedieron a la recuperación del cuerpo, traté de comprender lo que había sucedido. Es muy sencillo.

Maltratada por el calor del día y por la tormenta de la noche, cansada también de tanta alegre agitación, la Sra. Edwards, que se encontraba en un lugar que había estado a pleno sol todo el día, se apresuró a abrir al máximo la pequeña ventana, para llenar sus pulmones de aire fresco antes de ir a acostarse.

No encontrándose lo suficientemente fresca, subió sobre su mesa de tocador y se sentó en el borde de la ventana, como lo hacía a veces en su cuarto, con la espalda cara al río y los pies sobre el tocador. En esta posición, como la ventana era muy pequeña, hacia falta que la cabeza estuviera o dentro o fuera de la habitación. Evidentemente la Sra.Edwards, que buscaba el fresco, tenía la parte superior de su cuerpo fuera de la ventana.

Además, ella tenía en la mano la tapa de una caja de plata donde guardaba las horquillas para el pelo, y la otra mano la tenía llena de horquillas, para arreglarse el pelo por la noche. He encontrado estas horquillas en sus dedos y sobre su cuerpo, cuando hemos sacado el cadáver del río.

La tapa de plata desapareció, cayó al río con ella. No había ningún objeto más que faltara de su mesa de tocador, sólo estaba abierto un frasco de perfume y la caja de las horquillas; lo comprobaron cuando se derribó la puerta cerrada por dentro. La Sra.Edwards, con las dos manos ocupadas, en una posición donde era fácil perder el equilibrio, se precipitó al río bien por un movimiento del barco o por un síncope. Desapareció enseguida y fue arrastrada lejos, porque la corriente es muy rápida es este lugar.

Es imposible que las cosas hayan pasado de otro modo, y no puedo admitir desde el punto de vista médico la hipótesis del malestar estomacal.

Soy yo quien, con la ayuda de un médico forense alemán, hice las comprobaciones tan pronto como se encontró el cadáver. La serenidad absoluta de su rostro, la calma de su actitud, prueban netamente que no sufrió y que murió por un accidente involuntario, víctima de una fatalidad despiadada.

Las cosas que acabo de escribir, las afirmo por mi honor de hombre y de médico, y confío en que nadie más imagine que un drama misterioso e inexplicado tuvo lugar cerca de Emmerich.

En cuanto al estado de mi amigo Edwards, es lamentable y necesitará cuidados prolongados.

Continúa el redactor del períodico:

“¿Que añadir a la autoridad de este testimonio? Entre los mil rumores que corrieron, se habló del cristal roto en la cabina del pequeño salón, y se habló de una bala de revólver. La investigación demostró que el cristal se había sido roto durante una maniobra, con el ancla del yate. Uno a uno, todos los indicios de los que la malevolencia hubo podido sacar partido han sido reducidos a la nada …”

Fotografía de Ginette con su marido Mr.Edwards (El País, 1-8-1911)


En octubre de 1911 o principios de 1912, “Dépêche parlementaire” y “Griffe” publican una versión según la cual en el curso de una discusión Ginette, bajo los efectos del éter, había disparado a su marido y él la había arrojado por la ventana. No he podido localizar las publicaciones, pero en El Liberal de 13-10-1911, W.Abel recoge esta version, en un artículo que titula “La muerta que vuelve”

"El mundo ha echado un velo sobre ese drama, porque se trata de uno de los suyos, uno de esos a quienes se respeta y se teme, un rico y poderoso, que es el comprometido en este escandaloso asunto. Es preciso salvarlo a todo precio. No se debe hablar en los periódicos de la muerte de la Lantelme. Sin embargo, algunos conocen la verdad. Adrien Rinder, que hizo una investigación sobre el lugar del "accidente", nos dice que la justicia alemana no ignora los menores detalles del drama. Ha sido necesaria para que no se les divulgue, para ahogar el asunto, la intervencion de dos ministros de Justicia. ¿Cuál es el hombre bastante influyente para poner en juego a esas dos potencias? ¿Quién es el verdadero asesino de la Lantelme? ... ¡Si las balas de revólver pudieran hablar! ... Hay una que la víctima, antes de morir, alojó en el vientre del criminal. Si esta pequeña bala pudiera hablar, ¡cómo temblaría ese que se ríe de los rayos de Themis, gracias a su dinero y al apoyo de ministros complacientes!”

Edwards demanda por difamación (Le Figaro 7-3-1912), obteniendo sentencia por la que se condena a Paul Soudée (redactor del artículo de “Dépêche Parlementaire”) a un mes de prisión y 1.000 francos de indemnización, y “par défaut”, por difamación e injurias, a Lanceau (autor del artículo de “Griffe”), a un mes de prisión y 1.000 francos de indemnizacion, y a Paul Soudée, a dos meses de prisión y 2.000 francos de indemnización (Le Matin 3-4-1911,  Le Petit Parisien 3-4-1911). Rinder, director de “Dépêche Parlementaire”, es absuelto (por no demostrarse ni su conocimiento ni su participación en el artículo).

Edwards muere en 1914. Muchos años después, a finales de 1930, León Daudet (otra de las personas del “árbol” de relaciones de Ginette) escribe en L’Action Française un artículo titulado “El asesinato impune de de Lantelme”, donde directa y expresamente acusa al fallecido Edwards del asesinato de Ginette.

Lantelme es enterrada en el panteón familiar de los Edwards, en el cementerio Père-Lachaise, el 1 de agosto de 1911: el funeral y sepultura se celebran en estricta intimidad; Edwards se encuentra mal en dos ocasiones, Paul Ardot debe tomar sales, una hermana de Ginette se desmaya (La Presse)

¡Pobre Ginette! ¡Ni siquiera pudo reposar tranquila en su sepultura! La noche del 22 al 23 de diciembre de 1911 la tumba es profanada; supuestamente, los ladrones entraron en busca de las joyas con las que fue enterrada Ginette, pero por razones desconocidas (quizá por la conjunción del olor de la descomposición del cadáver y el humo que provocó un pequeño incendio ocurrido en el interior del panteón) no llegaron a llevarse nada, aunque se encontraron fuera algunos objetos (La Presse, Le Petit Parisien). A raíz de este incidente, Edwards retira las joyas de la sepultura.

Police at Mme. Lanthelmes tomb (LOC)
Bomberos a la entrada del panteón Edwards, al día siguiente del asalto a la tumba.

En 1912, joyas y objetos personales de la Lantelme son vendidos por su familia materna en pública subasta, que tuvo lugar en el hotel Drouot (La Correspondencia de España, 26-11-1912).

En 1919, la familia materna de Ginette traslada sus restos a otra sepultura, la de los Fossey, su verdadero nombre (Sobre el asalto al panteón y posterior destino de los restos de Ginette, ver el artículo de Amis et Passionnés du Père-Lachaise).