La
dama del espectacular sombrero es la actriz francesa Genevieve
“Ginette” Lantelme, de verdadero nombre Mathilde Fossey; corresponde al papel de Fedra en “Le Circuit”, de Georges
Feydeau y F. de Croisset, en el teatro Variétés (una crítica señala: “La señorita Lantelme es la seducción misma, infernal y agitado: es Fedra, Venus totalmente apegada a su presa” Des soirs, des gens, des choses, de Ernest Le Jaunesse)
Con el mismo vestuario, aparece en la portada del Blanco y Negro del 22-6-1910
Antes
de ver la foto (que me llamó la atención sobre todo por el sombrero)
jamás había oído hablar de ella; curioseando supe de su trágica y
prematura muerte, ahogada en un río, y de variadas e interesantes
circunstancias y relaciones directas e indirectas.
Como
esto de las relaciones es empezar y no acabar, hay que escoger por
dónde se ahonda, y al fin, el algún punto, hay que decidir terminar. En
este caso, he acabado estupendamente, porque lo he hecho en uno de mis
amores cinematográficos, el incomparable Cary Grant, al que llego
contando siete relaciones desde la desafortunada Ginette.
En
el “árbol” me dejo fuera bastantes personas (quiero decir que, por
ejemplo, faltan otros cónyuges de las personas representadas) y también
omito otras relaciones entre las personas que en él figuran (por
ejemplo, Misia también fue modelo de August Renoir, y amiga de muchos
personajes notables de la época). La estrella roja indica muerte
violenta o accidental.
Las relaciones de Ginette, elaboración propia; VER EN GRANDE |
Según la breve y poco amistosa entrada de la wikipedia, Ginette era, a los catorce años, la estrella del burdel de su madre, y luego se convirtió en actriz, “socialite” y “courtesan”, aunque fue más conocida como la amante de Alfred Edwards (no lo dice la wikipedia, pero Ginette se casó con Alfred Edwards, el propietario del periódico Le Matin). Otras versiones dicen que era costurera. Del padre no se sabe nada.
Varios
estudiosos de Proust indican que Ginette fue uno de las personas en que
se inspiró el autor para el personaje de Raquel en su obra cumbre “En
busca del tiempo perdido”, lo que apoyaría la versión de que en su
primera juventud ejerció la prostitución, ya que este había sido el
oficio de Raquel:
“De
repente apareció Saint-Loup, acompañado de su querida y entonces, en
aquella mujer que era para él todo el amor, todas las dulzuras posibles
de la vida, cuya personalidad, misteriosamente encerrada como en un
Tabernáculo, era el objeto sobre que laboraba incesantemente la
imaginación de mi amigo, que sentía que no conocería nunca, y ante el
cual se preguntaba perpetuamente lo que era ella en sí misma, tras el
velo de las miradas y de la carne, reconocí al instante en aquella mujer
a Rachel quand du Seigneur, la misma que hacía unos años —¡las mujeres
cambian tan aprisa de situación en este mundo, cuando cambian! —decía a
la alcahueta: —Entonces, mañana por la tarde, si necesita de mí para
alguno, me manda usted buscar.” (El mundo de Guermantes, Marcel Proust)
Ginette
nació en París el año 1882 (o 1883). Ya en marzo de 1900 aparece
reseñada en los diarios franceses interpretando un papel en el Teatro
Royal, en la obra “Trait d’union” (Gil Blas, 28-3-1900); en 4-12-1901 Le Matin habla del “encanto natural” de Lantelme, que interpreta “a la perfección” su papel; en 15-1-1903 Le Figaro la califica de “excelente” por su actuación en “La Châteleine”. La joven actriz se preocupa de su formación artística: en 24-10-1903 Le Figaro
informa de su admisión a las clases de comedia y tragedia en el
Conservatorio, aparte de reseñar sus éxitos en el Teatro Gymnase.
Ginette alcanza en 1905 su primer “gran” éxito en papel protagonista con
“La edad de amar”, de Pierre Wolf. En 21-3-1906 Le Figaro le dedica una entrada plagada de elogios “un
rostro delicioso de una limpieza excepcional … unos ojos profundos y
melancólicos … ha desempeñado su cuarto papel que es su cuarto gran
éxito … Lantelme es ridículamente joven …; tiene la ciencia complicada
de la intencion, el divino arte de la sonrisa, el instinto y también la
fantasía, un talento sutil, acariciador, vivaz, sobre todo vivaz. Tiene
de todo lo que es encanto”; en Gil Blas, por las mismas fechas, leemos “ingeniosa e ingenua, su éxito fue muy grande y muy merecido” (Gil Blas, 22-3-1906).
Les Modes, mayo 1902 |
Su
bello rostro y menuda figura se irán haciendo más y más populares,
apareciendo en las revistas de teatro, y sobre todo, en las revistas
“femeninas” de moda y sociedad. La foto que incluimos es el primer
“posado” que hemos localizado de Ginette (Les Modes, mayo 1902, foto Reutlinger, vestuario Paquin; hay “posados” anteriores en la
misma revista, al menos en 1901, pero no están digitalizados). Seguirán
muchos, muchísimos más..., porque Ginette acabará convirtiéndose en un
auténtico expositor de la moda de París.
Como se cuenta en Misia, the life of Misia Sert,
Alfred Edwards, el periodista y financiero dueño de Le Matin, del
Casino de París, del Teatro de París (luego Teatro Réjane)… y de otras
muchas cosas, quedó impresionado con Ginette al verla en “La edad de
amar”, y le envió un magnífico ramo de rosas. Pero es al año siguiente,
en diciembre de 1906, en el Teatro Réjane, cuando Edwards queda
realmente seducido: Ginette tiene un papel en la comedia “La Savelli”,
con la que Gabrielle Réjane,
amiga de Edwards, inaugura el Teatro. En esta ocasion el ramo de rosas
que le envía va acompañado de un brazalete de oro. A partir de
entonces, Ginette recibirá flores y joyas de continuo, pero al principio
se muestra indiferente, lo que excitará el empeño seductor de Edwards.
Ginette, de veinticuatro años, supuestamente bisexual, parece que
mantenía una relación sentimental con el actor Paul Ardot (será,
fallecida Ginette, una de las pocas personas autorizadas a asistir a su
funeral y entierro). Edwards tiene cincuenta años y está casado con
Misia Godebska (la que luego será más conocida como Misia Sert, por su
posterior matrimonio con el pintor español).
Ginette en "La edad de amar". Fuente: Verbinina |
Al
poco tiempo, Edwards y Ginette comienzan una relación sentimental que
nada tiene de secreta: Edwards instala a la actriz en una suntuosa casa
de la Rue Fortuny, vecina a la mansión de La Bella Otero. Misia, por su
parte, aunque no se casó locamente enamorada de su marido, se ha
acostumbrado a él y a sus lujos e intenta por todos los medios que la
relación con Ginette termine. Como cuenta en sus memorias:
“Me procuré una fotografía de Lantelme, la cual presidía mi mesita de tocador, e hice esfuerzos desesperados con el fin de poder llegar a parecerme a ella,
imitar su peinado, el modo de arreglarse, ¡qué sé yo! Tenía la
impresión de que ella era el summum de todo lo bello, puesto que los
hombres caían rendidos a sus pies”
Proust retoma este episodio en “El tiempo recobrado” (Gilberta es Misia, y Rachel es Lantelme):
“(Roberto
Saint-Loup) Me pidió que intentara convencerla (a Gilberta, la esposa
de Saint-Loup) de que él la quería, diciéndome que a la mujer a la que
también amaba la amaba menos que a ella y que rompería pronto aquellas
relaciones «... era como para echarlo todo a rodar si no fuera porque me
resulta intolerable ver llorar a esa pobre Gilberta. ¿No te parece que
tiene algo de Raquel?», me decía. Y, en efecto, me había llamado la
atención cierto vago parecido que, en rigor, se les podía encontrar
ahora ... se explicaba porque Gilberta, que había encontrado fotografías
de Raquel, de la que ignoraba hasta el nombre, para gustar a Roberto se
pusiera a imitar ciertos hábitos de la actriz, como el de llevar
siempre lazos rojos en el pelo, una cinta de terciopelo negro en el
brazo, y el de teñirse el pelo para parecer morena"
En
los primeros tiempos de la relación, Edwards le da a Misia argumentos
de esperanza sobre la supervivencia de su relación matrimonial; así lo
cuenta en sus memorías:
Cada
día Edwards, al volver para comer, se tiraba en un asiento, agarraba su
cabeza entre sus manos, y gritaba “¡En el nombre de Dios, qué es lo que
me pasa! ¡Ella no es nada! ¡Es fea … vale menos que tu dedo meñique …
si pudieras verla sin maquillaje … es horrible.. ¿me oyes? … ¡es
horrible!”
Edwards está completamente obsesionado con Ginette, y llega a pedirle a Misia que vaya a verla:
“Se
paciente” -me suplicaba- “Sé que esto terminará pronto. No puedo
soportar más tiempo a esa puta. Quizá deberías ir a verla. Habla con
ella, convéncela de que me deje tranquilo, y nosotros dos nos iremos
juntos”
Dicho
y hecho. Misia se presenta en casa de Ginette. Cuenta Misia que Ginette
estaba muy tranquila y segura en la conversación, llenándola de
elogios; enseguida se dió cuenta de que Edwards le importaba muy poco:
“me
devolvía, encantada, a Edwards, pero exigía tres condiciones: el collar
de perlas que llevaba puesto, un millón de francos y … yo. Exceptuando
el tercer requisito, que me negué a tomármelo en serio, estaba dispuesta
a pagar el precio".
Pero
la pasión de Edwards no tiene freno, y el matrimonio se separa en 1907.
Desde entonces, y hasta el divorcio (24 febrero 1909) y la boda de
Lantelme con Edwards (julio de 1909), la sociedad francesa disfruta con
las vidas entrecruzadas de estos personajes, que producen escenas dignas
de la mejor comedia de enredo. El propio Marcel Proust es testigo de
una de ellas en el Gran Hotel Cabourg, que relata jocosamente en una de
sus cartas a Reynaldo Hahn
(segunda quincena de agosto de 1907); aquel día también estaba en el
hotel el Dr.Charcot, otro de los personajes del “árbol” de relaciones de
Lantelme:
"El hotel parece un decorado … y aparecen juntos en el tercer acto:
Edwards
Su amante Lantelme
La Sra. Edwards (Natanson) su última esposa, separada de él
Natanson, el primer marido de la Sra.Edwards
El
Dr.Charcot, primer marido de la penultima Sra.Edwards (cuarta esposa
para él, porque ya se había casado antes con dos americanas, una
francesa y una griega).
Ayer
por la noche corría el rumor de que la Sra.Edwards (Natanson) había
matado a Edwards (el inglés, que es también de Turquía), pero no era
nada, no había nada en absoluto."
Foto Reutlinger Comedias y Comediantes, 1-6-1911 |
Uno de estos litigios podemos encontrarlo, aparte de en los diarios, en los Anales de la Propiedad Industrial, Artística y Literaria, doctrina y jurisprudencia:
Lantelme se niega a pagar un busto que ha encargado al escultor Jacques
Boero, alegando que no tiene el suficiente parecido con ella. La
Sentencia de 20-3-1909 le da la razón a Ginette, habiéndose probado con
la ayuda de los peritos que en el busto en cuestión, el escultor había
“aumentado la nariz, reducido la boca, y agrandado el cuello, los
hombros y el pecho” de Lantelme. Sin duda, el escultor no debía
encontrarla tan bella...
En
otra controversia judicial, el resultado fue adverso a Lantelme, que
rompiendo un contrato se negó a representar unas escenas de Manon
Lescaut porque eran demasiado “realistas”; como resumía Ginette en una
carta abierta enviada a Le Matin (el periódico de Edwards) y reproducida
por Le Temps en 7-6-1910, “se trata de saber si una artista puede ser obligada a interpretar una pieza licenciosa”
. Ginette (que había representado sin problemas obras más “realistas”
que Manon) fue condenada a indemnizar con 10.000 francos a Deval,
director del teatro Athenée. En el ABC de 16-6-1910 la sección “Mundanalidades” refiere la negativa de Lantelme:
“La
bella actriz francesa Mlle.Lantelme se ha negado, como es sabido, a
representar Manon, un nuevo arreglo que ha hecho Bataille de la novela
del abate Prevost. La razón que alega no deja de ser curiosa:
- La Manon que todos conocemos -ha dicho- es una loquilla enamorada, sí, pero simpática, agradable, espiritual, virtuosa...
Y,
naturalmente, todos los que conocen la Manon Lescaut empiezan a dudar
que la conozca la popular actriz, cuya característica, además de su
belleza, es la de ser pequeñita y llevar los sombreros y los lazos
(hasta en los zapatos) más grandes del mundo.”
En el ABC del día 2-7-1910,
José Juan Cadenas (corresponsal de ABC en París y “Pygmalion” de La
Fornarina), comentando el resultado del juicio, ironiza sobre las
preocupaciones morales de Ginette
“...
la señorita Lantelme … se negó a representar la obra porque su papel
era licencioso e inmoral … Si la moral huyo de Grecia y no sabíamos
dónde se había refugiado, hoy, por fin, hemos salido de dudas gracias a
la señorita Lantelme. La moral está en Paris, y de su custodia ha sido
encargada esta muchachita de mirar atrevido …Figurense ustedes que en
uno de los actos ella, Manon, debe estar en la cama, y el autor manda en
la acotacion que se coma, delante del público, una fruta que Des
Grieux, su amante, la ofrece con los labios. ¿Eh? ¿Qué les ha parecido
la acotacioncita? La señorita Lantelme, en cuanto se enteró de lo de la
fruta, abandonó el papel. Ella, después de haber hecho Le Roi, no podía
hacer Manon. Y se fue al Vaudeville a interpretar un papel de cocotte en
la comedia de Tristán Bernard Le Costand des Epivettes, donde el autor
no la obliga a comerse ninguna fruta, sino a que se desnude y se acueste
delante de los espectadores... ¡Oh! ¡Si les digo a ustedes que es una
cándida paloma la señorita Lantelme!”
Fuente: Verbinina |
En The theatre magazine, 1911 se dice que Lantelme es el capricho de París, en primer lugar por su talento, y a continuación por su belleza, y que es “universalmente reconocida como una gran actriz por su creación del papel de Ginette Dubreuilh en “Marchand de Bonheur”
(p.66); también se relata que está estudiando inglés porque el año
siguiente planea representar en ese idioma, y en los Estados Unidos, la
obra “Gamine” (p.370).
No es tan favorable la opinión del New York Times, que se refiere a ella como una actriz “cuya reputación por su belleza excede notablemente a la de su talento” (NYT 19-6-1910)
El
columnista “Fabricio” (Fabriciano González García), en su crítica a “La
Gamine” del Teatro Boulevard, la defiende a cada y espada contra sus
detractores (La Correspondencia de España 29-3-1911)
La
bella Lantelme ha subido en pocos años de modesta artista de music-hall
a ser una de las primeras actrices de París. Lantelme es una belleza y
se viste con gran elegancia y, como es natural, tiene detractores y,
sobre todo, detractoras, que achacan sus triunfos á la protección de
Edwards, el antiguo director de Le Matin. Comprendo que Edwards pudiera
haber influido para que la contrataran; pero hacer en un invierno en
París cuatro creaciones en teatros de primer orden, tener en los cuatro
gran éxito y que la aplauda con entusiasmo el público, es cosa que no
podría lograr durante tantas noches ni Edwards, ni la Casa Rostchild si,
por una demencia, quisiera destinar el capital social á la protección
de una actriz
Ginette en el salón de su casa (Foto Manuel). "Mme Lantelme, por D.F.Beschtedt", Mundial Magazine, junio 1911 |
Ginette llega a la cumbre de su fama (ver, como muestra, el extenso reportaje "Mme.Lantelme, por D.F.Beschtedt", en Mundial Magazine, junio de 1911, "Pues con todas estas cosas buenas y malas, la Lantelme ha sabido ser bella y hasta tener talento, un gran talento (novena ó decima cualidad de la mujer, según el reciente concurso de Excelsior)...; El ser llamada la-jolie X... por París, es el más alto título de gloria mundana á que una mujer puede aspirar, y á este punto ha llegado ¡la jolie Lantelme!").
Varias imágenes de Ginette (obtenidas de Verbinina) |
Panel de "Sem" donde caricaturiza a los miembros del Jockey Club de Paris. Ginette es la del sombrero grande Fuente: http://rectoversoblog.com/2011/06/07/sem_update/ |
Pero su belleza y su talento tienen un abrupto y prematuro final: en la noche del 24 al 25 de julio de 1911, durante un crucero por el Rhin a bordo del yate “L’Aimée” (“La Amada”), en las cercanías de Emmerich, Geneviene Lantelme muere ahogada (el barco lo había comprado Edwards para su anterior esposa Misia, siendo el nombre la traslacion fonética de las iniciales E.M. Edwards Misia). Con Ginette viajaban su marido y otros invitados. A día de hoy, aun existen dudas sobres las circunstancias de la muerte: ¿se suicidó? ¿cayó accidentalmente? ¿fue arrojada al río?.
Caricatura del Sr. y la Sra.Edwards en L'Aimée |
"Ginette muerta ahogada. Edwards muy grave. Venga de inmediato a Emmerich".
El suceso es portada de los diarios parisinos (Le Matin, Le Figaro, Le Petite Journal, Le Petite Parisien, La Presse, Le Gaulois…) y se recoge en la prensa de medio mundo, también en los periódicos españoles (foto a toda página de Ginette en el Blanco y Negro de 6-8-1911).
“Paris
26, 7 mañana. Un despacho de Emmerich, dirigido al médico de la familia
Edwards, anuncia que la señora Lantelme y su esposo … han sido víctimas
de un terrible accidente, del cual se ignoran todavía detalles. La
señora Lantelme ha perecido ahogada, y Mr. Edwards ha sobrevivido, pero
está muy grave” (ABC 27-7-1911)
“Parece
que la desgraciada muerte de la señora Lantelme no se debió al
naufragio del yate, según al principio se dijo que había zozobrado en
las aguas del Rhin, sino que la infeliz se cayó desde la cubierta del
buque al río, habiendo sido imposible hallar su cadáver... Edwards está
inconsolable y no quiere volver a París sin haber hallado el cuerpo de
la infeliz mujer” (La Vanguardia, 27-7-1911)
La revista Fémina del 15-8-1911 publica un “oportunísimo” reportaje de Ginette en L’Aimee, que se dice realizado justo antes de iniciar el crucero por el Rhin, acompañado de fotos de la actriz a bordo. En sus declaraciones, aparte de hablar de sus proyectos de teatro, Lantelme señala su preferencia por navegar en ríos frente al peligro y las emociones del mar, cuenta que es la tercera vez que va con su marido por el Rhin en L’Aimée, que es un barco especialmente diseñado para viajar por ríos; que busca la calma y la vida vegetativa, que la vida a bordo es muy sencilla, que se levantan pronto y se acuestan con las gallinas, que se sientan en la cubierta admirando cómo cambia el paisaje …
El día 30 de julio, el cadáver de Ginette llega a París. Su marido se aloja en casa del doctor Dauriac, y allí, como relata Le Petit Parisien,
se entrevista con un redactor de Le Temps: Edwards llora y solloza
violentamente, manifiesta que no está herido, que no tiene rastro de
golpes, que “aunque quiero morir todavía estoy vivo”;
que no recibió a dos periodistas que se desplazaron a Emmerich porque
se encontraba demasiado afectado, se lamenta de que no hayan tenido una “elemental discreción, y un elemental sentimiento de humanidad para dejarnos a solas con nuestro sufrimiento”; se queja amargamente de las insinuaciones sobre un posible suicidio (“mi pobre Ginette jamás había estado tan feliz como aquélla noche”),
dice que el traje que lleva lo cosió Ginette con sus propias manos; que
es una cruel ironía que sea él quien haya promovido las grandes
informaciones de prensa, y que ahora las armas que él forjó, aunque para
otras tareas, se vuelven contra él, aunque a pesar de todo ama la
prensa y dice que el periodismo es una noble carrera...
“Mr.Edwards llora de nuevo:
-
¡Ella esta muerta y yo estoy aquí! ¡Ella era muy joven y yo tengo
cincuenta y seis años! ¡Por qué no fui yo, por qué no fui yo!”
Ciertamente,
los periódicos reflejan la confusión del caso, la falta de noticias, o
las noticias contradictorias. La versión oficial, la que finalmente
aceptaron las autoridades alemanas para permitir la repatriación del
cadáver, es que se trató de un accidente, que Ginette cayó por una
ventana de un camarote. Quienes apuntaban al suicidio indicaban que la
actriz estaba deprimida, que estaba enamorada de un actor (André Brulé), que tomaba pastillas...; otros empiezan a apuntar algo mucho más grave: que Edwards fuera el asesino de su esposa.
En
cualquier caso, tan terrible final suaviza las críticas de otros
tiempos: Ginette alcanza en las necrológicas un mayor reconocimiento a
su mérito artístico, y sobre todo, pasa sin transición de ser la
escandalosa e interesada Ginette, a ser, más bien, la pobre Ginette.
“Mad.
Lantelme fué alumna del Conservatorio. Debutó en el Gymnase,
desempeñando un papel en la comedia La edad de amar. Trabajó luego en el
teatro Réjane, en el Vaudeville, otra vez en el Gymnase y, por último,
en Varietés. En la famosa obra Le Vieil homme obtuvo un gran triunfo,
creando el personaje de madame Alain. En el Odeón desempeñó muy á gusto
de la crítica y del público el papel de Roxane, de Les trois sultanes.
También fué muy aplaudida en la Renaissance y últimamente en uno de los
papeles de V'la la revue, obra de M. Rip.
Mad.Lantelme era muy querida en los círculos teatrales por su ingenio y conversación espiritual y graciosa” (La Correspondencia de España 28-7-1911)
José
Juan Cadenas, de ABC, que había ironizado sobre la moral de Lantelme,
ahora, aunque continúe crítico, se muestra algo compasivo en su artículo
a página completa (ABC, 1-8-1911):
“A
Ginette, que tenía todo, faltábala eso: un poquito de amor. Con el
dinero se compran muchas cosas..., con el dinero se llega a adquirir
algo así como la falsificación de la felicidad …() Ginette … compró
joyas y pieles, compró palacios ¡hasta se compró un talento que no
poseía! …
La
Lantelme tropezó enseguida con el amante rico, un hombre gordo; ingresó
en el Conservatorio, tomó lección seis meses, compró un teatro y se
hizo primerísima actriz …() Si algún crítico se desmandaba, el hombre
gordo acudía con su cartera a la administración del periódico …
Y
cuando la Lantelme se vió rica, festejada y aplaudida, cuando consiguió
la celebridad y el hombre gordo se casó con ella …, la pobre muchacha,
al sentirse feliz, comenzó a aburrirse …
Hoy
nos comunica la Prensa la muerte trágica de Ginette Lantelme. Víctima
de un acidente, se ha ahogado en las misteriosas y poéticas ondas del
Rhin. Pero nadie lo ha creído, porque se sabe que desde hace un año la
Lantelme tenía ideas negras, ataques de neurastenia, según los médicos, y
por dos veces intentó ya poner fin a sus días.”
En esta línea de crónica poética de la muerte de Ginette, encontramos nombres ilustres, como los de Rubén Darío y Jacinto Benavente.
Edwards, por Sem |
Lantelme, por Sem |
Ginette
es desgraciada . . . Ha tomado el gran camino que bordan las flores
demasiado cargadas de perfume, las flores que queman los ojos por su
esplendor brutal, el camino demasiado ancho en que el sol hiere
dolorosamente la nuca, en lugar del pequeño sendero en donde las espinas
hieren algunas veces los claros silenciosos y dulces de la vieja edad.
. ." Y por esas razones, que en tan literarios términos están dichas,
Ginette se ha suicidado poéticamente en el río heineano y
víctorhuguesco.
Lantelme, por Sem |
Lo
que inquieta, lo que me deja algo estupefacto es la cantidad que el
riquísimo enamorado, el desesperado israelita: ofreció dar a quien
encontrase el cuerpo de su mujer: 1.500 francos. No mil, ni diez mil:
mil quinientos justos.” (Escritos dispersos de Rubén Darío, recogidos de periódicos de Buenos Aires)
El
cuerpo de Ginette lo encontraron unos pescadores cinco horas después
del accidente, a cuatro kilómetros del lugar donde ancló L’Aimée.
Retrato al carbón de Lantelme (Boldini) |
“La
muerte de Mad. Lantelme, lindo artículo de París—ciudad única en la
fabricación de esas muñecas vivientes, imitación perfecta de todo, de la
hermosura, de la elegancia, hasta del talento- nos defraudaría como
espectadores si, en efecto, hubiera sido causada por un accidente de los
que llamamos casuales... ¿Un suicidio? Según eso, las mariposas
efímeras también se suicidan cuando se queman a la luz. No; cumplen su
destino: vuelan hacia la luz y se abrasan. Igual, ese bonito juguete,
mariposa-mujer de alas de encaje y colores de pedrería, volaba en torno
de esas luces deslumbradoras que son el amor, la riqueza, el arte, la
gloria ... y se abrasó en cualquiera de ellas, tal vez en la que menos
calor daba”. (El Imparcial, 7-8-1911)
Volviendo
al relato del ahogamiento de Lantelme, quizá uno de los motivos que
complicaron el asunto fue el hecho de haberse producido la muerte en
territorio alemán. Hay detalles que llaman la atención, como el que
destaca el New York Times de 7-3-1912: una vez encontrado el cadáver, se
mantuvo dentro del agua día y medio:
“El.
Dr. Dauriac … dijo ante el Tribunal que el cuerpo todavía estaba en el
agua cuando él llegó. Colgaba de una cuerda atada a la popa del yate.
Pidió permiso a las autoridades germanas para trasladar el cuerpo al
tanatorio, pero el alcalde se opuso por los rumores que le habían
llegado desde Paris, permitiendo que el cuerpo permaneciera en el agua,
atado a la cuerda, toda la noche; no se sacó de allí hasta la tarde
siguiente, veinticuatro horas después de la llegada de Dauriac”
Retrato de Lantelme (Boldini 1907) |
“El
lunes, 24 de junio, hizo en el Rhin un calor tórrido … Sobre las siete y
media, la Sra.Edwards, que había sufrido mucho por el calor, comenzó a
poder respirar, lo mismo que sus huéspedes. Pronto encontraron, pasado
Rees, un lugar agradable, y echaron el ancla en plena corriente, en el
centro del Rhin. Una flotilla de barcazas, siguiendo el ejemplo de la
embarcación, rodearon el yate.
Los
huéspedes de la Sra.Edwards, instalados en la cubierta, decidieron no
bajar a cenar, y el resto de la velada la pasaron al aire libre, incluso
hablaban de subir unos colchones para dormir allí.
De
pronto la noche se hizo muy oscura y hacia mediaoche estalló una gran
tormenta, de esas propias de los días caniculares. Muy a disgusto, los
pasajeron tuvieron que volver a los camarotes, pero antes, estuvieron un
rato en el salón escuchando música. Los pasajeros y tripulantes
comentaron que, desde la salida, la “dueña” no había estado con mejor
ánimo.
Sobre la una de la madrugada, tenían sueño y volvieron a sus camarotes.
La
Sra.Edwards pasó a su cuarto de aseo, una pequeña estancia
independiente cercana a su camarote, y echó el cerrojo, para proceder a
su toilette nocturna, que todos los días se prolongaba mucho tiempo.
Fuera,
la lluvia caía en aguacero. De repente, los huéspedes de los camarotes
oyeron una especie de grito muy atenuado, débilmente percibido por todos
ellos a través de las paredes de madera, en medio del fragor del Rhin y
de las olas. Todo el mundo salió de sus camarotes, sin saber qué
pasaba. Entraron a preguntar al Sr.Edwards, que leía en su cama, y se
levantó para llamar a la puerta de su mujer. Al no obtener respuesta,
forzó la puerta violentamente. El resto no necesita ser contado.
Al
día siguiente, yo llegaba a Emmerich. Durante las largas horas de
espera que precedieron a la recuperación del cuerpo, traté de comprender
lo que había sucedido. Es muy sencillo.
Maltratada
por el calor del día y por la tormenta de la noche, cansada también de
tanta alegre agitación, la Sra. Edwards, que se encontraba en un lugar
que había estado a pleno sol todo el día, se apresuró a abrir al máximo
la pequeña ventana, para llenar sus pulmones de aire fresco antes de ir a
acostarse.
No
encontrándose lo suficientemente fresca, subió sobre su mesa de tocador
y se sentó en el borde de la ventana, como lo hacía a veces en su
cuarto, con la espalda cara al río y los pies sobre el tocador. En esta
posición, como la ventana era muy pequeña, hacia falta que la cabeza
estuviera o dentro o fuera de la habitación. Evidentemente la
Sra.Edwards, que buscaba el fresco, tenía la parte superior de su cuerpo
fuera de la ventana.
Además,
ella tenía en la mano la tapa de una caja de plata donde guardaba las
horquillas para el pelo, y la otra mano la tenía llena de horquillas,
para arreglarse el pelo por la noche. He encontrado estas horquillas en
sus dedos y sobre su cuerpo, cuando hemos sacado el cadáver del río.
La
tapa de plata desapareció, cayó al río con ella. No había ningún objeto
más que faltara de su mesa de tocador, sólo estaba abierto un frasco de
perfume y la caja de las horquillas; lo comprobaron cuando se derribó
la puerta cerrada por dentro. La Sra.Edwards, con las dos manos
ocupadas, en una posición donde era fácil perder el equilibrio, se
precipitó al río bien por un movimiento del barco o por un síncope.
Desapareció enseguida y fue arrastrada lejos, porque la corriente es muy
rápida es este lugar.
Es
imposible que las cosas hayan pasado de otro modo, y no puedo admitir
desde el punto de vista médico la hipótesis del malestar estomacal.
Soy
yo quien, con la ayuda de un médico forense alemán, hice las
comprobaciones tan pronto como se encontró el cadáver. La serenidad
absoluta de su rostro, la calma de su actitud, prueban netamente que no
sufrió y que murió por un accidente involuntario, víctima de una
fatalidad despiadada.
Las
cosas que acabo de escribir, las afirmo por mi honor de hombre y de
médico, y confío en que nadie más imagine que un drama misterioso e
inexplicado tuvo lugar cerca de Emmerich.
En cuanto al estado de mi amigo Edwards, es lamentable y necesitará cuidados prolongados.
Continúa el redactor del períodico:
“¿Que
añadir a la autoridad de este testimonio? Entre los mil rumores que
corrieron, se habló del cristal roto en la cabina del pequeño salón, y
se habló de una bala de revólver. La investigación demostró que el
cristal se había sido roto durante una maniobra, con el ancla del yate.
Uno a uno, todos los indicios de los que la malevolencia hubo podido
sacar partido han sido reducidos a la nada …”
Fotografía de Ginette con su marido Mr.Edwards (El País, 1-8-1911) |
En octubre de 1911 o principios de 1912, “Dépêche parlementaire” y “Griffe” publican una versión según la cual en el curso de una discusión Ginette, bajo los efectos del éter, había disparado a su marido y él la había arrojado por la ventana. No he podido localizar las publicaciones, pero en El Liberal de 13-10-1911, W.Abel recoge esta version, en un artículo que titula “La muerta que vuelve”
"El
mundo ha echado un velo sobre ese drama, porque se trata de uno de los
suyos, uno de esos a quienes se respeta y se teme, un rico y poderoso,
que es el comprometido en este escandaloso asunto. Es preciso salvarlo a
todo precio. No se debe hablar en los periódicos de la muerte de la
Lantelme. Sin embargo, algunos conocen la verdad. Adrien Rinder, que
hizo una investigación sobre el lugar del "accidente", nos dice que la
justicia alemana no ignora los menores detalles del drama. Ha sido
necesaria para que no se les divulgue, para ahogar el asunto, la
intervencion de dos ministros de Justicia. ¿Cuál es el hombre bastante
influyente para poner en juego a esas dos potencias? ¿Quién es el
verdadero asesino de la Lantelme? ... ¡Si las balas de revólver pudieran
hablar! ... Hay una que la víctima, antes de morir, alojó en el vientre
del criminal. Si esta pequeña bala pudiera hablar, ¡cómo temblaría ese
que se ríe de los rayos de Themis, gracias a su dinero y al apoyo de
ministros complacientes!”
Edwards demanda por difamación (Le Figaro 7-3-1912),
obteniendo sentencia por la que se condena a Paul Soudée (redactor del
artículo de “Dépêche Parlementaire”) a un mes de prisión y 1.000 francos
de indemnización, y “par défaut”, por difamación e injurias, a Lanceau
(autor del artículo de “Griffe”), a un mes de prisión y 1.000 francos de
indemnizacion, y a Paul Soudée, a dos meses de prisión y 2.000 francos
de indemnización (Le Matin 3-4-1911, Le Petit Parisien 3-4-1911).
Rinder, director de “Dépêche Parlementaire”, es absuelto (por no
demostrarse ni su conocimiento ni su participación en el artículo).
Edwards
muere en 1914. Muchos años después, a finales de 1930, León Daudet
(otra de las personas del “árbol” de relaciones de Ginette) escribe en
L’Action Française un artículo titulado “El asesinato impune de de Lantelme”, donde directa y expresamente acusa al fallecido Edwards del asesinato de Ginette.
Lantelme
es enterrada en el panteón familiar de los Edwards, en el cementerio
Père-Lachaise, el 1 de agosto de 1911: el funeral y sepultura se
celebran en estricta intimidad; Edwards se encuentra mal en dos
ocasiones, Paul Ardot debe tomar sales, una hermana de Ginette se
desmaya (La Presse)
¡Pobre
Ginette! ¡Ni siquiera pudo reposar tranquila en su sepultura! La noche
del 22 al 23 de diciembre de 1911 la tumba es profanada; supuestamente,
los ladrones entraron en busca de las joyas con las que fue enterrada
Ginette, pero por razones desconocidas (quizá por la conjunción del olor
de la descomposición del cadáver y el humo que provocó un pequeño
incendio ocurrido en el interior del panteón) no llegaron a
llevarse nada, aunque se encontraron fuera algunos objetos (La Presse, Le Petit Parisien). A raíz de este incidente, Edwards retira las joyas de la sepultura.
Bomberos a la entrada del panteón Edwards, al día siguiente del asalto a la tumba. |
En 1912, joyas y objetos personales de la Lantelme son vendidos por su familia materna en pública subasta, que tuvo lugar en el hotel Drouot (La Correspondencia de España, 26-11-1912).
En 1919, la familia materna de Ginette traslada sus restos a otra sepultura, la de los Fossey, su verdadero nombre (Sobre el asalto al panteón y posterior destino de los restos de Ginette, ver el artículo de Amis et Passionnés du Père-Lachaise).
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